Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

martes, 22 de noviembre de 2022

Museo Belvedere (Viena, Austria)

Una ciudad como Viena apabulla: su oferta artística, histórica y arquitectónica es inabarcable, habría que vivir unos meses en la capital de Austria para completar una visión certera de todo lo que ofrece al viajero. Y los museos, obviamente, forman parte de su legado. Por todo ello, la primera vez que se visita, uno necesita seleccionar muy bien qué quiere ver en función, obviamente, de los intereses o gustos de cada cual. En nuestro caso, el pintor Gustav Klint nos atrae poderosamente, así que dirigimos nuestros pasos hacia el Museo Belvedere, situado en el interior de un palacio barroco. 

Entramos por unos grandes jardines escalonados, a la manera francesa, repletos de esculturas y de fuentes, de una exuberancia digna de la corte austrohúngara, en los que, según cuenta la historia, se celebraron grandes esponsales que unieron dinastias, se firmaron tratados y se creo la moderna república austríaca. Tras atravesar la Orangery y los jardines, nos dirigimos directamente al palacio que guarda en su interior alguna de las joyas pictóricas de la Viena de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, es decir la época de esplendor de la capital austríaca, cuando desde aquí se gobernaba un extensísimo imperio europeo multiétnico que se vino abajo estrepitosamente tras la I Guerra Mundial.

No es de extrañar, por tanto, que la colección permanente del museo cuente con algunas de las obras de arte más famosas del mundo, pero también presenta un recorrido por el arte austríaco desde la Edad Media hasta el siglo XX, dando un contexto evolutivo conveniente al arte europeo en su conjunto. Nuestros pasos se dirigen con certeza, cómo no, hacia las obras de Klint. Estamos espectantes por contemplar el archifamoso "Beso", una obra que atrae la mirada de las multitudes, y que resume perfectamente el arte de este artistas austríaco del modernismo vienés que supo ser original y revolucionario en especial gracias a la simbología de sus temas, así como a la perfecta unión entre forma y fondo, donde la belleza y el humanismo van de la mano. Pero el museo también nos muestra obras de otros insignes rompedores como Egon Schiele y sus desnudos impúdicos y perturbadores, o algunas de las obras del pionero del expresionismo y el malditismo Oskar Kokoschka, famoso también por su enfermizo romance con Alma Malher. 

Al fin, entre estas paredes no solo se puede admirar el arte de los pintores austríacos, sino también comprender su tremenda influencia posterior en el arte europeo del siglo XX.

https://www.belvedere.at/en

lunes, 17 de octubre de 2022

Museo Barberini (Potsdam, Alemania)



Los turistas suelen llegan a la ciudad alemana de Potsdam para visitar los magníficos palacios de los reyes de Prusia, como por ejemplo el famoso Sansouci. Pero esta ciudad cercana a Berlín tiene mucho más que ofrecer. Nosotros nos acercamos con el S-Bahn hasta la estación central de Potsdam, y damos un largo paseo hacia el recinto ajardinado de lo palacios que se encuentra en las afueras. Así atravesamos la ciudad. Al pasar por una gran plaza, presidida por una iglesia neoclásica con una cúpula gigante, nos fijamos en un edificio de arquitectura clásica italiana. Enseguida nos damos cuenta de que es un museo de arte y que lleva un nombre, curiosamente, también italiano: Barberini. 

Después, buscando información sobre el museo, descubro que durante la época de la RDA este lugar era un parking al aire libre. Evidentemente, como tantas ciudades alemanas, Potsdam fue reducida a escombros durante los bombardeos de la II Guerra Mundial y, después, las autoridades de la Alemania comunista no se esforzaron por devolverle su antiguo esplendor. También descubro que este edificio Barberini es, en realidad, un intento de reconstruir una parte del palacio que los reyes de Prusia tenían en el centro de la ciudad y, concretamente, un ala que llevaba ese mismo nombre. Tras la reunificación alemana, en los años 90 del siglo pasado, las nuevas autoridades quisieron que el centro de Potsdam, la plaza del Mercado, recuperara su monumentalidad. Por tanto, el museo Barberini se encuentra en un edificio completamente nuevo, construido para dar cobijo a varias colecciones de arte de algunos magnates industriales alemanes como Hasso Plattner (fundador de SAP).

El edificio fue inaugurado en el 2017, y se distribuye en 3 plantas. Subimos, con un moderno ascensor a la  más alta. para comenzar a ver la colección permanente, compuesta en su mayor parte por obras de impresionistas franceses: Monet, Pissarro, Renoir, Caillebotte, etc. pero también de Sisley; todo obras magníficas, paisajes, marinas, puertos, barcos, atardeceres llenos de luz y color. A continuación bajamos hasta la exposición temporal que se exhibe actualmente: The Shape of Freedom, se titula, dedicada al movimiento abstracto internacional posterior a 1945, aquí se han reunido para la ocasión obras de Joan Mitchell, Pollock, Rothko, Lee Krasner, y un largo etcétera. Se trata de una selección de artistas de ambos lados del Atlántico que, en los años posteriores a la II Guerra Mundial, coincidieron en la abstracción, cada uno con sus propias características, y le dieron un carácter muy cosmopolita a dicho movimiento artístico.

Salimos del museo y volvemos al clasicismo presente de Potsdam tras atravesar el arte de finales del siglo XIX y el siglo XX.

https://www.museum-barberini.de/en/


jueves, 15 de septiembre de 2022

Museo de la RDA (Berlín, Alemania)


La extinta República Democrática de Alemania (democrática, en este nombre es un puro eufemismo, pues al igual que en otras repúblicas de régimen autoritario, la democracia directa y votada brillaba o brilla por su ausencia) es carne de museo actualmente. En la capital alemana existe uno dedicado a aquel país, creado tras el telón de acero que un día dividió Europa y que ha marcado las mentes, los recuerdos y hasta las nostalgias de varias generaciones de alemanes y europeos. 
En mi infancia y juventud los deportistas de la Alemania democrática ganaban carretillas de medallas en olimpiadas y campeonatos del mundo. Después, la mayor parte de ellos morirían jóvenes, destruidos por los anabolizantes y otras sustancias nocivas que les hacían tomar para conseguir aquellos triunfos a mayor gloria del país comunista. También era famoso el muro que dividía la ciudad de Berlín, construido por las autoridades de la RDA para que sus ciudadanos no huyeran a la Alemania occidental. Más allá de aquellas gestas deportivas y de la gente que quería saltar el muro, poco se sabía de lo que pasaba en un país bajo la órbita de la Unión Soviética; hasta que un buen día del 1989 todo saltó por los aires y los alemanes orientales derribaron el muro.
Así, hoy existe un museo dedicado a la  RDA muy cerca de la famosa isla de los museos, en la capital alemana. La entrada al DDR Museum, como se llama en alemán, tiene un aspecto muy moderno; junto a uno de los canales del Spree, parece más una tienda de moda juvenil y, sin embargo, el diseño retro hace aquí referencia realmente a otra época. El museo tiene un carácter eminentemente lúdico y educativo, y interactivo por completo. Justo al entrar nos encontramos a un grupo de adolescentes alemanes que se suben a un "trabi", el coche de la marca Trabant, tan emblemático de la RDA, cuyos ciudadanos esperaban largos años para conseguir uno. 
Las salas van desgranando las diferentes facetas sociales, estéticas y políticas de aquel país, todo convenientemente metido en cubículos y cajones que uno debe ir abriendo y cerrando. Al rededor se distribuyen estancias donde se ha reproducido el interior de la casa típica de la RDA, por ejemplo. El papel pintado de las paredes y los muebles me recuerdan a los que había en casa de mis padres durante los años 70. En el centro, en una sala abierta, encontramos un despacho oficial, de algún ministro o alto funcionario, con los retratos de Marx y Lenin en la pared, teléfonos y demás decoración muy de los años sesenta o setenta. Te puedes sentar y hacerte una foto simpática. 
No obstante, no se obvian los aspectos más oscuros de aquel régimen: el control social, la famosa policía política o Stasi, las escuchas telefónicas generalizadas, salas de interrogatorios, la construcción del muro y de torres de control, desde las que se disparaba a las personas que se atrevieran a saltarlo, etc. En un pequeño despacho se reproduce una sala ideada para espiar las conversaciones telefónicas. Me siento y me hago una foto frente al retrato Honecker. 
Alemania, como cualquier otro país de Europa, está repleto de Historia. La existencia de la RDA es un episodio más, igual no el más oscuro, pero si un capítulo gris y amargo, lleno de contradicciones y eufemismos, no tan lejano y, por lo tanto, que pervive en la memoria de muchos, y actualmente aún en las complejidades y retos de la reunificación. El museo cumple muy bien su propósito de recordarnos cómo eran aquel país y aquellos años del telón de acero, y que las generaciones de jóvenes alemanes no olviden que, a causa de la guerra y el horror iniciados por Hitler, su país quedó divido en dos durante 40 años.
Antes de salir al Berlín actual, compramos unos souvenirs en la tienda del museo, como si hubiéramos viajado a aquel país desparecido solo legalmente.

lunes, 6 de junio de 2022

Museo de Kuopio (Finlandia)


La pequeña ciudad de Kuopio se encuentra en medio de grandes lagos con formas caprichosas. El país es llano como una mesa, así que los finlandeses han ido construyendo diferentes tipos de atalayas por todas partes para poder observar y admirar, desde cierta altura, la naturaleza, los bosques, los lagos, el paisaje infinito que ha forjado el carácter callado de un pueblo antiguo en una nación moderna y próspera que se forjó a sangre y fuego frente a poderosos enemigos. En Kuopio se encuentra una de las infraestructuras mejor acondicionadas para tal fin: la torre Puijo, -que se parece bastante el pirulí de Torrespaña de Madrid-, situada en una colina rodeada de bosque y que permite ver una panorámica 360º de esta parte central de Finlandia.
A los pies de la torre y de la colina que la acoge se extiende la ciudad. En ella sobresale un edificio que, además, es un museo dedicado, cómo no, a la naturaleza. Por fuera tiene apariencia de castillo. En realidad es una edificación de principios del siglo XX y es de un estilo art noveau muy sencillo (especialmente si lo comparamos con nuestro cargante modernismo catalán). Justo detrás se encuentra un edificio moderno, más funcional y rectilíneo que, al parecer, es la biblioteca municipal. 
Nos adentramos en él, las salas que nos vamos encontrando nos explican los diferentes tipos de ecosistemas que podemos encontrar en estas tierras nórdicas. Un apartado muy importante está dedicado a los animales, con reproducciones a tamaño real en medio de dioramas modernos, como zorros, renos, etc. y, algunas, como una gran avispa, a tamaño descomunal. La finalidad del museo es eminentemente didáctica e imaginamos que los alumnos de primera y de secundaria de la zona lo visitan de vez en cuando, aunque el verdadero medio ambiente la tienen los finlandeses siempre cerca y perfectamente cuidado. 
Al salir, la ciudad nos acoge tranquila, con la naturaleza no delimitada en sus bordes exteriores, como pasa en la mayor parte de las ciudades, pero no en Finlandia, cuyas urbes son esencialmente extensos parques ajardinados y bosques con edificaciones.

martes, 10 de mayo de 2022

Museo Arqueológico de Bari (Italia)


Recorro la muralla de Bari. En uno de sus flancos, cerca del puerto moderno, que conecta esta parte de Italia gracias a numerosos ferris con Albania y Grecia, se encuentra el Museo Arqueológico, llamado de Santa Scolastica porque aquí estuvo un monasterio benedictino, destruido casi completamente para construir un baluarte militar.

Me detengo un instante frente a la puerta y una joven me pregunta si estoy esperando para la visita comentada. Le digo en español que no, pero que no me importaría unirme. La joven me sonríe, y no se percata de que no soy italiano hasta que no le doy la dirección de e-mail que me ha pedido para enviarme el recibo. Entonces me dice que la visita es en italiano, claro; no tengo problema, le respondo. Así que me uno a un grupo de 8 italianos y la guía y entramos en el museo.

La chica, que lleva colgando del cuello una acreditación, nos explica las diferentes utilidades y transformaciones que ha tenido/sufrido el edificio antes de ser museo: primero fue un monasterio (documentado ya en el 1102) y después el bastión de la muralla (del siglo XVI).

Entramos por un largo pasillo hacia la sala principal, que era el antiguo refectorio del monasterio, dedicada primero a la cerámica de épocas anteriores a la llegada de los griegos a estas costas, y a continuación a la cerámica griega de época clásica, así como su influencia en la cerámica que se hizo a partir de entonces en esta parte de la costa italiana.

Frente a un gran mapa de esta parte del sur de la península italiana, la guía nos explica dónde se han localizado las piezas que forman la colección reunida en el museo: unas son de asentamientos de población local y otras de colonias griegas. Toda esta parte fue, al fin, denominado posteriormente la Magna Grecia, pues la colonización helena llegó a ser dominante y se mantuvo hasta la expansión romano.

La cerámica griega, tanto de figuras rojas sobre fondo negro, como las de figuras negras sobre fondo rojo (más antiguas), que podemos ver en las vitrinas son de una calidad excepcional. La guía nos explica una serie de vasijas cuya decoración fue dedicada a explicar la orestiada. También algún detalle que refleja el teatro cómico popular de la época. Todas las figuras están dibujadas con una finura excepcional, me recuerdan bastante a las pinturas japonesas llamadas Ukiyo-e de época moderna. Algunas piezas se han extraído de yacimientos en la misma ciudad de Bari. La cerámica griega de época clásica dejó de tener fines utilitarios para convertirse en objeto artístico y de prestigio con el que los griegos comerciaban con todos los pueblos del mediterráneo. Algunas de estas cerámicas llegaron a ser objetos de culto, como lo demuestran las originales cerámicas encontradas en un hipogeo de Canosa de Puglia.

A continuación subimos a la segunda planta, donde encontramos diferente ajuares descubiertos en tumbas de la región. Destaca aquí la figura de un pequeño Apolo de bronce. También hay pequeños frascos de vidrio, figuritas, fíbulas y demás objetos de la vida cotidiana. Después, en un patio exterior vemos diferentes lápidas o estelas de época romana y griega.

Al fin, la guía nos lleva hasta los restos de lo que fue la antigua iglesia del monasterio, sepultados bajo la gran pared que formaba el bastión. Hoy todo se puede ver a la vez, transitando por encima de tarimas de vidrio, y comprobar como el presente se compone de varias capas históricas. Al salir del museo, la vieja Bari resplandece blanca bajo el actual sol de marzo.

http://www.museoarcheologicosantascolastica.it/index.php/it/

lunes, 14 de marzo de 2022

Museo Machado de Castro (Coímbra, Portugal)


La vieja ciudad de Coímbra se ha ido construyendo a lo largo de los siglos sobre una colina. En la parte más elevada se encuentra su famosa universidad, la más antigua de Portugal y una de las más antiguas de Europa. Y junta al histórico recinto universitario podemos encontrar el Museo Nacional de Machado de Castro en el que había sido Palacio Episcopal.

Se entra por un amplio patio. En uno de los extremos una columnata abierta hace de gran balconada, convenientemente llamada logia episcopal, desde la que asomarse a una parte de la ciudad. Abajo, el Mondego gira y sigue hacia el mar. Entramos en el museo y bajamos hasta el llamado criptopórtico romano. Debemos comenzar por el principio, es decir por la época romana, como en tantísimos lugares de la península Ibérica. Esta parte es un sitio arqueológico in situ, porque el edificio se asentó sobre las antiguas ruinas del foro romano; aquí se pueden recorrer, bajo arcos de medio punto de ladrillo, una infinidad de pasillos. Puntualmente encontramos algunos vestigios antiguos como los restos de unas esculturas clásicas, cabezas de emperadores, así como inscripciones latinas.

Seguimos el recorrido y volvemos a la primera planta, aquí está la parte más conocida del museo, donde se expone la historia de las artes y, en especial, de la imaginería religiosa portuguesa: esculturas de madera, piedra y otros materiales, así como relicarios de diferentes época, joyas y muebles de sacristías, especialmente de época medieval y barroca, provenientes de diferentes iglesias cercanas a Coímbra. En el centro se ha reconstruido el interior de una iglesia o capilla llamada del tesorero, con toda el retablo del altar y esculturas adyacentes; resulta impresionante, pero la piedra limpia, casi blanca, parece que ha perdido la pátina del tiempo y nos muestra una monumentalidad desnuda de significado, casi contemporánea. 

A continuación subimos a la segunda planta. El ambiente es calmado, apenas hay visitantes, la falta de ventanas o aperturas al exterior y la luz tenue sobre las figuras religiosas invita a la contemplación. Pero en un momento dado accedemos a una sala con un gran ventanal desde el que se ve una calle de la parte antigua de Coímbra: casas, coches y gente paseando. Resulta extraño el contraste entre el afuera luminoso y cotidiano y estos interiores llenos de santos y vírgenes olvidadas, ya convertidos en meros objetos artísticos sin función práctica o espiritual. Ante la ventana hermética, pero transparente, anhelamos de repente estar afuera en vez de este transitar religioso amortizado y clausurado en el pasado.

http://www.museumachadocastro.gov.pt/


lunes, 3 de enero de 2022

Museo de Menorca (Mahón, Menorca)

 


La isla de Menorca ha sido, a lo largo de su historia moderna, británica, francesa y española. Solo por este hecho, ya nos despierta la curiosidad por saber más cosas de este pedazo de tierra tan cotizado. Pero esa es sola una parte de la historia de la isla, porque Menorca es bastante más: ofrece testimonios de muchas épocas pasadas, especialmente de la prehistoria. De todos son conocidos los yacimientos megalíticos llamados talayotes (o talaiots, en catalán) y también navetas. Por eso, en el centro de Mahón preguntamos en una oficina de turismo sobre los talayotes visitables. Una chica muy amable, que no sabe si contestarnos en catalán o en castellano, y su maravillosa confusión o imprecisión lingüística nos hace, a nosotros también, mezclar catalán y castellano como si no fueran dos lenguas separadas, sino dos lenguas hermanas y unidas para siempre; nos entrega un mapa de la isla muy detallado y nos señala con círculos unos cuantos yacimientos; además, nos dice que si estamos interesados en temas prehistóricos, muy cerca tenemos el Museo de Menorca donde podremos saber más cosas sobre estos monumentos tan enigmáticos. 
Callejeamos por Mahón y llegamos enseguida hasta las puerta del museo, que se encuentra ubicado en el antiguo convento de San Francisco, un imponente edificio de los siglos XVII y XVIII.
Nada más entrar, después de pasar por taquilla, accedemos al claustro del antiguo convento, aquí comienza la exposición temporal titulada "Almacenes de historia", que toma como referencia un cuatro de pintor desconocido del siglo XIX donde se representa el muelle de Llevant del puerto de Mahón en plena actividad comercial. Se trata de una obra coral, en la que aparecen más de un centenar de personajes, y donde están representados, además del perfil de la ciudad, un sinfín de motivos: oficios, actividades e, incluso, clases sociales. He aquí, precisamente, el gran valor estratégico de esta pequeña isla mediterránea: su impresionante puerto natural, codiciado desde la antigüedad por romanos, árabes y catalanes o más recientemente por británicos, franceses y españoles. Buena parte de la planta baja está dedicada a este cuadro, con informaciones complementarias sobre, por ejemplo, el comercio con América.
En las plantas superiores encontramos las colecciones permanentes del museo, con piezas desde la prehistoria, encontradas en los yacimientos de talayotes y navetas, pasando por la época romana, visigótica, musulmana, reconquista cristiana, hasta llegar a la actualidad, sin olvidar el papel que jugó el puerto de Mahón en la Guerra Civil española como una de las bases principales de la armada republicana. Encontramos obras cartográficas, monedas, fotografías antiguas, vestimentas tradicionales, herramientas de oficios varios y un larguísimo etcétera. 
Una isla es un lugar cerrado en sí mismo, aunque nunca aislado; por aquí han pasado todos los pueblos y ejércitos que el Mediterráneo ha conocido, pero tal vez en ningún lugar como este se pueda apreciar la pervivencia del pasado y su convivencia con la actualidad. Ahora ya podemos salir de Mahón y recorrer la isla con la excusa de ver talayotes.