Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Museu do Côa (Vila Nova de Foz Côa, Portugal)

En 1994 el proyecto e inicio de las obras para la construcción de una presa en un lugar remoto del norte de Portugal dio a conocer al mundo una serie impresionante de grabados rupestres de época prehistórica. El gobierno portugués no quería parar las obras, la polémica abarcó a toda la comunidad internacional de especialistas en prehistoria; también los habitantes de la zona protestaron, convencidos de que la pérdida de los grabados seria irreparable. Al fin, tras unas elecciones, en 1996 el cambio de gobierno propició la paralización de las obras. En 1998 la UNESCO declaraba los grabados patrimonio de la humanidad. En el 2010 se inauguró el Museo del Côa en las cercanías de Vila Nova de Foz Côa como introducción y explicación al parque arqueológico que se había creado in situ.

Cuando llegamos al museo, nos recibe una gran pared de hormigón sobre una colina. El entorno no se deja ver. La entrada es una rampa que forma una grieta en el hormigón. Descendemos por ella hacia la oscuridad iluminada del interior del museo. Al comprar la entrada, una chica muy amable nos informan de las excursiones que se organizan para visitar los grabados prehistóricos in situ, en el parque arqueológico del Côa. Se realizan en 4x4, acompañados por un especialista. Nos apuntamos para uno de los grupos para el día siguiente. Cuando nos pide nuestros datos para reservarnos dos plazas, se da cuenta de que somos españoles y nos dice que la visita será en portugués, que si preferimos un grupo en inglés, pero le decimos que no hay problema, que preferimos que nos hablen portugués.

Pero hoy hemos venido al museo, que se define como un portal, o como se dice actualmente, como un centro de interpretación sobre los grabados del río Côa. Primero encontramos una sala donde se explica la historia de la lucha popular y científica por la conservación del patrimonio encontrado. En una gran foto, António Guterres, recién elegido primer ministro, saluda a la multitud. En otra sala se hace una introducción al arte prehistórico, en el que se conectan las obras artísticas de toda la Europa Occidental, desde Lascaux, pasando por Altamira, hasta llegar aquí, al río Côa. Cabe resaltar que este arte rupestre se ha relacionado o hermanado directamente con otros grabados al aire libre encontrados en Siega Verde, provincia de Salamanca.

Vemos reproducciones de algunos de los grabados más conocidos, complementados con una explicación sobre la fauna representada. Una de las características de estos grabados es que son acumulaciones de representaciones; es decir que sobre las mismas piedras se iban haciendo grabados, representando animales unos encima de otros, que es una característica que también presentan las pinturas en cuevas, y que aprovechan las formas y cortes de los paneles pétreos para dar forma a las cuerpos. Vistas a cierta distancia, las líneas crean una obra que más parece de arte abstracto. Pero, cuando uno se acerca, y dependiendo de la luz y de la atención que le prestemos, enseguida surgen los lomos de ciervos y las cabezas de los caballos más allá del embrollo de líneas. La natural simplicidad y el trazo sin errores nos permiten admirar un arte muy cercano a la naturaleza, moderno e intemporal, alejado por completo de los clichés del salvaje hombre prehistórico. En otra sala encontramos unos paneles interactivos, reconstrucciones de los hábitats de las personas que hicieron los grabados, etc.

Salimos del museo por el lado contrario al que hemos entrado, accedemos a unas terrazas sobre el edificio y nos encontramos con un paisaje extraordinario: a nuestros pies el río Duero pasa en calma entre colinas colmadas de viñedos, y un poco más allá se puede ver la desembocadura del río Côa en el Duero. El emplazamiento del museo es inmejorable. Efectivamente, es el portal ideal hacia las obras de arte rupestre que ahora forman el parque arqueológico que visitaremos felizmente mañana y que, durante unos años, estuvieron en peligro de desaparecer bajos las aguas de una presa.

https://arte-coa.pt/