Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

martes, 24 de diciembre de 2013

El museo de Hallstatt (Austria)

Un pueblo aislado, a orillas de un lago alpino -rodeado de imponentes montañas-, un pueblo de casas de madera con balcones llenos de flores, un pueblo declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, un pueblo habitado desde hace más de 7  milenios; en fin, un pueblo así parece solo un ideal romántico. Pero, efectivamente, existe un pueblo con estas características en la región austriaca de Salzkammergut, no muy lejos de Salzburgo: se trata de Hallstatt.
Esta bellísima población cuenta con un museo perfectamente integrado no solo en la arquitectura sino también en la idiosincrasia milenaria de sus habitantes. En él podremos recorrer, de forma muy didáctica, el estupendo pasado arqueológico de la zona, con especial mención al final de la Edad del Bronce y la Primera Edad de Hierro, en la que se desarrolló la llamada cultura de Hallstatt. Precisamente dicha cultura de los metales, que se extendió por buena parte de la Europa central, tomó el  nombre de la localidad austriaca, gracias a los diferentes yacimientos que se han podido excavar en ella desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad; identificando, asimismo, el desarrollo de la localidad con su cercanía a las minas de sal existentes en la zona, en activo desde época prehistórica. El museo no sólo explica sino que también expone, por tanto, una parte muy significativa de las piezas encontradas en los yacimientos prehistóricos, especialmente objetos y figurillas halladas en las necrópolis, algunas de una sencilla y sobrecogedora belleza.
No obstante, el museo no se centra únicamente en el pasado arqueológico de la población, también en su desarrollo histórico: resaltando, por ejemplo, los testimonios de presencia romana, la visita evangelizadora de Martín Lutero a la población en el siglo XVI o la tradición que encierra, en época más moderna, el impresionante osario del cementerio católico: debido a la poca disponibilidad de espacio, las familias desenterraban los huesos de sus antepasados para poder enterrar, en su lugar, a los nuevos fallecidos. Los huesos extraídos eran convenientemente identificados con el nombre del difunto y guardados, por separado y de manera ordenada, en el osario del cementerio: una cripta que se puede visitar -por un módico precio- y donde uno se sorprende ante la truculencia de las calaveras y los húmeros, pero también ante el orgullo, paradójicamente exhibicionista, de los habitantes de Hallstatt por sus antepasados.
El museo de Hallstatt nos proporciona o propone un excelente recorrido por el pasado para entender el presente de una población, un recorrido que nos descubre las raíces de algunas de las tradiciones milenarias que forman parte, más allá de la estética para visitantes, de la identidad de un pueblo.

http://www.museum-hallstatt.at/

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Quinquela Martín de Buenos Aires

La capital de Argentina es una ciudad inabarcable y, sin embargo, los turistas se concentran casi exclusivamente en Caminito, la colorista y universalmente conocida calle del barrio de La Boca. Justo a lado se encuentra un museo ignorado por la inmensa mayoría de esos visitantes, se trata del Museo Benito Quinquela Martín. Por fuera, el aspecto prosaico del edificio en que se ubica, no hace justicia al agradable espacio expositivo y a la magnífica colección que guarda en su interior. Por un módico precio, allí podremos encontrar una gran parte de las obras de uno de los pintores argentinos más querido en su país: Benito Quinquela Martín (1890-1977) Sus pinturas, de gran expresividad y vigor, reflejan la vida portuaria -de astilleros, almacenes, barcos mercantes y estibadores de un Buenos Aires abierto al comercio marítimo y a la llegada de emigrantes del mundo entero de la primera mitad del siglo XX-, en las que destaca, de manera inclasificable aunque con aires vanguardistas, su dominio de la forma y del color. Además, el pintor bonaerense se implicó en su madurez en la reivindicación arquitectónica y artística del barrio de La Boca. Por otro lado, la estupenda colección de antiguos mascarones de proa que podemos encontrar complementa la visión o recreación portuaria de la antigua Buenos Aires. Asimismo, el museo realiza exposiciones temporales y tiene obra de otros artistas argentinos.
Pero, sin duda, uno de los mayores atractivos del Museo es su ubicación: así, mientras admiramos con recogimiento las obras de arte, sus ventanas nos abren la mirada al espectáculo del hormigueo nervioso y consumista de los turistas en Caminito; mientras nos deleitamos con las pinturas de barcos de Quinquela Martín podemos ver la actual desolación del puerto de La Boca, casi sin barcos, enmarcado por el imponente puente de Avellaneda; y, al llegar a la terraza del Museo, mientras admiramos obras escultóricas, obtendremos unas magníficas vistas del feo y degradado abigarramiento, más allá de Caminito, del popular barrio de La Boca, coronado por el gigantesco estadio del Boca Juniors. Un compendio, en fin, de realidad y autenticidad argentina.

http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/quinquela/index.php?menu_id=21446

viernes, 13 de diciembre de 2013

El Lenbachhaus de Múnich

La capital de Baviera, como la mayor parte de las grandes ciudades alemanas, dispone de magníficos y famosos museos. Sin embargo, en su barrio de los museos podemos encontrar uno extraordinario, aunque menos conocido, un lugar que tuve el gusto de visitar en el 2007, en mi recorrido por Baviera, en busca de las huellas de mi adorada Gabriele Münter. En el interior de un palacete estilo renacentista, se encuentra el Lenbachhaus (un edificio construido a finales del siglo XIX por Franz von Lenbach), un lugar mágico, donde podremos disfrutar de una estupenda colección de obras del movimiento expresionista alemán llamado Der Blaue Reiter y, principalmente, de Kandinsky en su época muniquesa y de su compañera por aquel entonces: Gabriele Münter. La relación intelectual, artística y amorosa de esta pareja recorre todas sus salas; además, es gracias a Gabriele que una parte muy importante de la obra expresionista de Kandinsky (que conservó, salvaguardándola del nazismos y de la  Segunda Guerra Mundial, y donó a Múnich en los años 50) se pueda admirar hoy allí.
A unos 70 km. al sur de Múnich, en dirección a los Alpes Bávaros, también podemos visitar la casa que compró Gabriele Münter en Murnau, donde convivió y creó en plena libertad junto a Kandinsky, antes de la dolorosa y definitiva separación que supuso el estallido de la Primera Guerra Mundial, y que hoy es una casa museo, lugar de peregrinaje obligado para todos los amantes del expresionismo alemán.

http://www.lenbachhaus.de/