Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

martes, 9 de diciembre de 2014

Thermalia, Museo de Caldes de Montbui (Barcelona)

Caldes de Montbui es conocida por sus aguas termales, de las que ya habían disfrutado los romanos, por sus balnearios y edificios históricos, por ser el origen de una famosa embotelladora de agua con gas (cuyo nombre o marca comercial recuerda al de otra ciudad balneario de Francia) y, también, ¿por qué no? por uno de sus habitantes más ilustres, el pintor y escultor Manuel Martínez Hugué, más conocido como Manolo Hugué. En Thermalia, Museu de Caldes de Montbui, podemos encontrar una muestra de todo ello; con el especial atractivo de poder ver y apreciar una parte del interesantísimo legado de Manolo Hugué, considerado un destacado representante del movimiento novecentista catalán. El novecentismo (noucestime, en catalán) venía a responder o superar al modernismo, imperante en los inicios del siglo XX, con la recuperación de una tradición clásica y mediterránea.
Y pocas veces un artista de nuestro país ha contado con una autobiografía literaria a la altura de la que le escribió Josep Pla en su Vida de Manolo contada por el mismo, en la que el autor ampurdanés nos narra su juventud: los primeros años del artista en su Barcelona natal, donde entró en contacto con Picasso y los integrantes del Quatre Gats, pero también donde la vida bohemia era tan precaria que forzosamente le llevaba a la marginalidad. En 1900 consiguió trasladarse a París, foco cultural mundial, donde sí pudo comenzar a desarrollar su labor artística desde una postura de outsider, aunque ello no le impediría seguir en contacto con Picasso y otros artistas españoles en el París de la época, así como conocer a intelectuales y artistas de la talla de Jean Monréas y Guillaume Apollinaire, para acabar trasladándose a Céret, en el sur de Francia, tras entrar en contacto con el famoso marchante Kahnweiler en 1910. Allí se reunió un grupo heterogéneo de artistas, entre los que se encontraban Juan Gris o Joaquim Sunyer. Finalmente, en 1917, se estableció en Caldes de Montbui, localidad que, seguramente, le atrajo por su vida tranquila, hasta su muerte, acaecida en 1945.
La obra de Manolo Hugué, siempre unida a sus vicisitudes vitales, cuenta con una personalidad propia: partiendo del novecentismo consiguió marcar su propia trayectoria con aportaciones de otras vanguardias como el cubismo. Sus esculturas, de gran sencillez formal, están dotadas una tremenda fuerza expresiva, y toman el cuerpo humano como fuente natural de conocimiento. Tras una vida de lo más azarosa, aunque plena, retratada con gran brillantez por Josep Pla, en Caldes de Montbui pudo desarrollar gran parte de su obra pictórica y escultórica, y allí dejó una parte de su legado, formado no solo por obras suyas sino también por algunas de las obras de sus amigos, entre las que tienen especial importancia las de Picasso (con cerámicas y dibujos). Todo ello se encuentra ahora como fondo permanente en Thermalia para disfrute de los visitantes de esta localidad barcelonesa.

http://www.visiteucaldes.cat/fons-del-museu/