Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

martes, 15 de septiembre de 2020

Museo de la Evolución Humana (Burgos)

Llegamos a Burgos por la tarde y lo primero que queremos hacer es visitar el Museo de la Evolución Humana. La entrada, en la fachada principal, se encuentra a una cierta altura, desde aquí se ven muy cerca las torres de la catedral, al otro lado de la arboleda y del río Arlanzón. El Museo resulta ser un complejo nuevo e imponente, formado por tres edificios: el del medio es el museo propiamente dicho, en un extremo hay un auditorio o palacio de congresos y al otro hay otro edificio que no sabemos qué función tiene. La primera vez que visité la ciudad, allá por los años noventa del pasado siglo este museo no existía; se inauguró en el 2010, así que es una construcción de reciente creación, aunque con un trasfondo muy antiguo, no solo por la materia sobre la que trata, sino también porque esta institución es el testimonio más elocuente de la importancia de los trabajos de excavación que durante décadas se han llevado a cabo muy cerca de aquí, en la sierra de Atapuerca. 

El proyecto es obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg, y resalta por la estructura metálica pintada de un rojo llamativo y que recubre el edificio por el exterior, salvo en la fachada principal, formando grandes X, cuyas líneas se cruzan creando una celosía gigante. Se me antoja que es una forma de nombrar o proteger o preservar los siglos o el paso del tiempo desde la prehistoria hasta nuestros días. Debajo de la estructura metálica, las fachas de vidrio permiten ver el interior hueco del museo. 

Entramos y nos impresiona el gran espacio vacío de varios pisos de altura que nos da la bienvenida. En la venta de entradas nos informan de que, a causa de las restricciones impuestas por la covid'19, algunas partes e instalaciones están cerradas al público. No obstante, lo más importante o lo más significativo sí que se puede ver: se encuentra en el piso -1 y se trata de los hallazgos fósiles y materiales originales encontrados en los yacimientos de Atapuerca. Se exponen en el interior de unos habitáculos rectangulares, en los que la luz se ha atenuado, las paredes interiores son negras y únicamente se iluminan las piezas prehistóricas, contenidas en amplias vitrinas; de esta manera, sentimos que entramos en un espacio casi religioso, un sancta sanctorum aislado del exterior y que contrasta con la luminosidad blanca del resto del museo. Aquí nuestra atención se dirige inmediatamente a los trozos de mandíbula, las piezas de piedra (como puntas de flecha o hachas), así como otros huesos como fémures encontrados en la sierra de Atapuerca, a solo 15 km. de la ciudad. En algunos se ha colocado una lupa para que podamos observar algún detalle aumentado, en concreto una serie de rastros de raspados que indicarían que estos homínidos practicaban el canibalismo. 

Pero, efectivamente, esta magna institución no se centra únicamente en lo hallado en Atapuerca, sino que quiere abarcar mucho más: pretende dedicarse a la toda la historia de la evolución humana, un campo del estudio multidisciplinar en el que se han implicado varias ciencias: desde la prehistoria y la geología, pasando por la paleontología, la arqueología y hasta la historia del arte. La museografía entorno a esta materia me parece algo compleja, no solo por la cantidad de yacimientos e informaciones que se han de manejar, sino también porque cada nuevo descubrimiento viene a modificar las líneas de evolución que se habían trazado anteriormente.

Al final de la planta subterráneo encontramos una exposición sobre el descubrimiento de los sitios arqueológicos de Atapuerca, con esquemas de los mismo y numerosas fotografías, especialmente de los especialistas en las diferentes materias que han participado en las excavaciones. Alguno de ellos se ha convertido en auténticas celebrities como Eduald Carbonell, José Luis Arsuaga o José María Bermúdez de Castro, quienes no solo han dirigido las excavaciones desde hace más de treinta años, sino que se han dedicado en cuerpo y alma a la divulgación de los hallazgos. No obstante, también se resalta la figura del anterior director de las excavaciones: Emilio Aguirre. Por otro lado, se explica que Atapuerca se descubrió por pura casualidad, tal y como ha ocurrido en numerosas ocasiones en este tipo de yacimientos: la construcción de un trenecito minero a finales del siglo XIX propicio que se abriera una profunda y amplia zanja, llamada trinchera del ferrocarril, en medio de la sierra. Ahí se destruyeron partes del terreno, pero empezaron a aparecer las entradas a antiguas cuevas y simas, así como los primeros fósiles

En las plantas superiores, grandes balcones al final del edificio, podemos observar una serie de espacios dedicados a temas tan variados como la expedición de Darwin en el Beagle que le llevó a concretar su teoría de la evolución, diferentes fósiles animales, así como también reproducciones realistas y puestas en pie de homínidos de diversas épocas, desde el autrolopiteco, pasando por, evidentemente, el homo antecesor, el neanderthal, hasta llegar al homo sapiens; todos nos miran de frente y, a pesar del esfuerzo evidente de sus creadores por conseguir una apariencia de realismo y de movimiento, me parecer meros muñecos como los que hay en los museos de cera. Efectivamente, aquí algunas partes interactivas, con pantallas táctiles han sido clausuradas. Nos detenemos en el apartado dedicado al arte prehistórico, donde en grandes pantallas van proyectándose pinturas rupestres como las del Altamira y Lascaux y otras piezas muy conocidas, como las figurillas de venus halladas en diferentes lugares del mundo. Nos sentamos en unos bancos que son, a la vez, altavoces, desde los que se puede seguir una explicación de lo que estamos viendo. 

Desde la planta superior, (donde se encuentra la librería, curiosamente muy lejos de la salida, como queriendo evitar lo que sucede en la mayor parte de los museos, que el visitante tenga la sensación de que tiene que comprar algo antes de salir), vemos el interior vacío del edificio desde arriba y se nos antoja una espacio espectacular, aunque demasiado grande para lo que hay aquí contenido. Eso sí, concluimos que la función didáctica el museo la cumple perfectamente. Salimos y ya está anocheciendo, vamos hacia el centro guiados por las torres de la catedral.

https://www.museoevolucionhumana.com/