Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

sábado, 18 de abril de 2020

Museo Baba Nyonya (Malaca, Malasia)


Llovizna sobre Malaca. La guinda de su Barrio Chino es el museo Baba Nyonya. Se trata de tres casas unidas y perfectamente conservadas, que fueron la vivienda de una rica familia de comerciantes chinos. Así es como la cultura de la población china asentada en esta parte del mundo, llamada Peranakan, aparece ante nosotros en su máximo esplendor. Obviamente, estas casas museo están íntimamente conectadas con el Museo Peranakan de Singapur, y nos identifican a la comunidad china de Malasia con la de Singapur. Entramos y nos hacen descalzar para subir a los pisos superiores, pero no por motivos religiosos o reverenciales, sino porque los suelos son de madera y los tienen cuidados y relucientes como si acabaran de ser colocados.

Andamos torpemente con las aparatosas pantuflas de tela que nos han dejado. Arriba encontramos habitaciones con su mobiliario completo y ropas antiguas de mujeres y hombres, así como retratos de otras épocas. Destacan, en una de las habitaciones, los vistosos atuendos para las bodas, junto a una explicación del ceremonial. Bajamos por la parte de atrás y llegamos a un patio, en cuyo interior se esconde un jardín exuberante y una de gran cocina al aire libre, repleta de cacerolas, morteros antiguos y demás cacharros e instrumentos para cocinar que se exhiben por las paredes entre enredaderas de un verde intenso. Finalmente, volvemos a ponernos nuestro calzado para caminar con naturalidad por un suelo de baldosas. En la parte principal de la planta baja recorremos una zona de despachos para los negocios y un gran comedor con preciosas porcelanas y un mobiliario con filigranas espectaculares.
Antes de salir, entramos primero en una pequeña tienda de recuerdos con libros, como la de cualquier museo del mundo, donde me compro uno ilustrado sobre la cultura Peranakan y unos abanicos orientales para regalar, y después un pequeño bar donde nos tomamos un café tranquilamente, mientras comprobamos que sigue lloviendo dulcemente afuera.
El Barrio Chino de Malaca parece anclado en el tiempo, pero sigue muy vivo. No es un lugar histórico intocable, todo está bien conservado, y la población china sigue viviendo aquí, manteniendo, renovando o creando negocios nuevos, como hace unos siglos. Aunque nos tememos que la cultura Peranakan ha quedado, por un lado, disuelta ya en la identidad de las nuevas naciones: Malasia y Singapur, y, por otro, engullida por la preponderancia de la República Popular, referencia de modernidad para los chinos del mundo entero; en la vieja Malaca pervive en las cartas de los restaurantes como recordatorio del origen mestizo de la gastronomía local. 




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