Llovizna
sobre Malaca. La guinda de su Barrio Chino es el museo Baba Nyonya. Se trata de
tres casas unidas y perfectamente conservadas, que fueron la vivienda de una
rica familia de comerciantes chinos. Así es como la cultura de la población
china asentada en esta parte del mundo, llamada Peranakan, aparece ante
nosotros en su máximo esplendor. Obviamente, estas casas museo están
íntimamente conectadas con el Museo Peranakan de Singapur, y nos identifican a
la comunidad china de Malasia con la de Singapur. Entramos y nos hacen
descalzar para subir a los pisos superiores, pero no por motivos religiosos o
reverenciales, sino porque los suelos son de madera y los tienen cuidados y
relucientes como si acabaran de ser colocados.
Andamos
torpemente con las aparatosas pantuflas de tela que nos han dejado. Arriba encontramos
habitaciones con su mobiliario completo y ropas antiguas de mujeres y hombres,
así como retratos de otras épocas. Destacan, en una de las habitaciones, los
vistosos atuendos para las bodas, junto a una explicación del ceremonial.
Bajamos por la parte de atrás y llegamos a un patio, en cuyo interior se
esconde un jardín exuberante y una de gran cocina al aire libre, repleta de
cacerolas, morteros antiguos y demás cacharros e instrumentos para cocinar que
se exhiben por las paredes entre enredaderas de un verde intenso. Finalmente,
volvemos a ponernos nuestro calzado para caminar con naturalidad por un suelo
de baldosas. En la parte principal de la planta baja recorremos una zona de
despachos para los negocios y un gran comedor con preciosas porcelanas y un
mobiliario con filigranas espectaculares.
Antes
de salir, entramos primero en una pequeña tienda de recuerdos con libros, como la
de cualquier museo del mundo, donde me compro uno ilustrado sobre la cultura
Peranakan y unos abanicos orientales para regalar, y después un pequeño bar
donde nos tomamos un café tranquilamente, mientras comprobamos que sigue
lloviendo dulcemente afuera.
El
Barrio Chino de Malaca parece anclado en el tiempo, pero sigue muy vivo. No es
un lugar histórico intocable, todo está bien conservado, y la población china
sigue viviendo aquí, manteniendo, renovando o creando negocios nuevos, como
hace unos siglos. Aunque nos tememos que la cultura Peranakan ha quedado, por
un lado, disuelta ya en la identidad de las nuevas naciones: Malasia y Singapur,
y, por otro, engullida por la preponderancia de la República Popular,
referencia de modernidad para los chinos del mundo entero; en la vieja Malaca
pervive en las cartas de los restaurantes como recordatorio del origen mestizo
de la gastronomía local.
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