Antes
de viajar a Asia por primera vez, desconocía por completo la palabra Peranakan (descendiente,
en malayo), y, sin embargo, en esta esquina del mundo resulta de cierta
relevancia. Aquí, en Singapur y también en Malasia designa a los pobladores
chinos llegados a estas costas desde el siglo XV, pero especialmente durante
los siglos XVIII y XIX, cuyos descendientes son hoy los habitantes mayoritarios
de Singapur y un porcentaje relevante de los malasios, que mezclaron su cocina
y costumbres con las de los pobladores locales malayos.
El Museo es un gran edificio de época
colonial que luce recién restaurado. Al entrar, lo primero que nos encontramos
es una estatua de un blanco inmaculado de la reina Victoria de Inglaterra,
subida en un pedestal y a tamaño natural, dando la bienvenida a los visitantes.
Recorremos las diferentes estancias y nos topamos con un sinfín de fotografías
antiguas y retratos, también con vestimentas y demás recuerdos de la llegada de
los chinos a Singapur, así como explicaciones de sus costumbres, su relación
con la población malaya originaria y con los colonizadores europeos. Al fin, la
cultura Peranakan es el resultado de una mezcla genuina de la cultura china
ancestral con aportaciones de los pueblos con los que entró en contacto.
Desde los primeros pobladores chinos de
Singapur, que formaron un paupérrimo puerto de pescadores, pasando por los
ricos comerciantes que se cobijaron bajo el paraguas del Imperio Británico para
desarrollar libremente sus actividades, todos tienen en este Museo un recuerdo.
Cada objeto y cada fotografía, lo guardado y expuesto aquí tiene un regusto a
pasado irrecuperable; un pasado que, sin embargo, los singapurenses mantienen
en su imaginario como cimiento sociocultural y económico de la actual ciudad
estado convertida en un emporio mundial.
La reivindicación de la cultura
Peranakan también se explica por las sorprendentes circunstancias que llevaron
a esta ciudad a convertirse en un país independiente: Singapur entró a formar
parte de la federación de Malasia tras su independencia efectiva del Reino
Unido en 1963. Sin embargo, las tensiones étnicas entre la minoría malaya y la
mayoría china de la ciudad desembocaron en que Malasia decidiera en 1965
expulsar a Singapur de su federación. Un hecho insólito, sin duda, si tenemos
en cuenta que las naciones, por nuevas que sean, luchan no solo por mantener
intacta y consolidar su unidad territorial, sino incluso por ampliarla. Pero el
hecho de que Malasia quisiera castigar a la mayoría china de Singapur, dejando
al territorio expulsado en total aislamiento y sin los recursos que provenían
del continente, tal vez con la esperanza de que volviera al reducto y
salvaguardia de Malasia sin las imposiciones de la etnia china, resultó ser una
pretensión errónea. Singapur, que ya de por sí es una isla, aparte de su gente
y de su puerto, no tiene ningún recurso natural. Sin embargo, la ciudad se
conformó entonces como República independiente y aceptó todo los retos y
sacrificios que ello suponía. De tal hecho fue protagonista el primer
presidente de Singapur y padre de la nueva patria, Lee Kuan Yew, un personaje
con muchas luces y algunas sombras, que gobernó en el país durante décadas. La
nueva República, a pesar de que lo tenía todo en contra, nació con la feliz idea
de concordia entre sus ciudadanos, fuera cual fuera su raza y religión, e hizo
del inglés la primera lengua oficial del nuevo Estado, lo que suponía entrar en
la órbita económica del mundo anglosajón, y también que no se imponía el chino
a las otras etnias. Al fin, rápidamente Singapur se convirtió en un país de
éxito económico, siendo hoy uno de los llamados tigres asiáticos.
Salimos del Museo y volvemos a pasear
por el centro financiero de la ciudad. A nosotros toda esta iconografía
Peranakan nos ha recordado a la novela El
amante, de Marguerite Duras, donde aquellos chinos ricos y refinados de
finales del siglo XIX y principios de siglo XX destilaban tradición milenaria,
cosmopolitismo y pasión enfermiza por alguna sustancia prohibida como el opio o
las jovencitas francesas.
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