Un viaje al rededor de los museos

Museos pequeños, museos con encanto, museos poco conocidos, museos y/o fundaciones de mis artistas o arquitectos favoritos, museos que he tenido el gusto de visitar y que, por diferentes razones, merecerían volver a ser visitados.

Todos los textos y fotos de este blog son autoría y propiedad de Agustín Calvo Galán. Si quieres citarlos o usar las fotos, puedes hacerlo; pero, por favor, indica la procedencia y la autoría. Gracias.

sábado, 20 de julio de 2024

Casa Museo Villa del Tiempo Encontrado (Cabourg, Francia)


 









La llamada Belle Époque es un tiempo con un principio indeterminado (algunos dicen que se inicia con el fin de la guerra franco-prusiana, pero ciertamente sería durante el último cuarto del siglo XIX); por el contrario, termina abruptamente con el comienzo de la I Guerra Mundial (1914). Dicho periodo feliz tuvo en París uno de sus más importantes epicentros: desde la ciudad de la luz se irradió cultura, arte, ciencia, desarrollo industrial y de las comunicaciones, pero también una forma despreocupada o desenfadada de vivir, así como el mayor período de expansionismo o colonialismo europeo. Como dice Orlando Figes en su magnífico ensayo Los europeos, la ópera (italiana) y el ferrocarril construyeron Europa hasta el advenimiento de la Gran Guerra, después surgieron las fronteras, los nacionalismos, cayeron imperios y emergieron los EEUU como potencia y adalides del mundo libre.

Durante aquellas décadas previas a la gran desastre, las clases medias y/o acomodadas de las grandes urbes europeas buscaban, especialmente durante el verano, lugares de ocio y divertimento. El desarrollo de la red de ferrocarril facilitó los desplazamientos. Se buscaban ciudades balnearios o también lugares benignos en la costa, donde la sociedad urbana volvía a reencontrarse. Aquí, en la localidad normanda de Cabourg podemos encontrar un buen ejemplo de ello, cuya fama perdura hasta ahora gracias a que su paseo marítimo y al famoso hotel casino que lo preside aparecen mencionados en En busca del tiempo perdido de Marcel Proust; pues a esta localidad acudían (y acuden) los parisinos para pasar los veranos relajadamente, reproduciendo en un entorno vacacional los roles y jerarquías sociales de sus lugares de procedencia, pero bajo una advocación más benigna, amable o informal.

No podríamos imaginar un sitio mejor para encontrar un museo dedicado a la Belle Época. Es verano también y recorremos las calles y animadas avenidas de Cabourg: nos maravillamos con las grandes mansiones con un aire campestres, algunas muy bien conservadas, que se entrevén tras las verjas. Aquí mismo se ha remodelado una antigua villa de finales del siglo XIX: la Villa du temps retrouvé. Nos acercamos dando un paseo, atraídos por el canto de las sirenas finiseculares. Parece ser que Proust conoció el esplendor de esta localidad normanda, aunque nunca se alojó precisamente en esta casa señorial reconvertida en museo; sin embargo aquí está muy presente, pues nada más entrar, en el jardín, nos recibe una estatua de cuerpo entero del escritor: muestra un aire algo desenfadado. Como dicen en la entrada la Villa no es un museo sobre Proust, sino un museo con Proust. 

Entramos en la mansión, previo pago de nuestras correspondientes entradas, y recorremos sus habitaciones y salones, todo repleto de fotos, objetos, portadas de periódicos, muebles, libros, vestidos de mujer o de hombre, cuadros, pero sobre todo de pantallas interactivas de todos los tamaños con filmaciones antiguas, donde se ha recreado el ambiente finisecular y desenfadado de la Belle Époque. Me parece que algunos fragmentos de las filmaciones que se muestran son de Segundo de Chomón, pionero del cine y turolense universal, pero poco conocido; busco la referencia en las cartelas o las explicaciones que salpican los objetos, sin embargo no encuentro su nombre ni otras referencias autorales. Parece que aquí, más que la ambientación o el rigor, priman las pantallas interactivas, la visualización, las proyecciones, la tecnología punta. Tanta digitalización nos aleja de aquella época suspendida entre dos siglos, cuyo esplendor y saber vivir se perdió abruptamente el día que las potencias europeos decidieron comenzar una guerra fratricida que sería interminable, algunas de cuyas consecuencias han perdurado hasta la actualidad.

https://villadutempsretrouve.com/

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