Un día caluroso de julio nos acercamos a Vilanova i la Geltrú para visitar la Biblioteca Museu Víctor Balaguer. El centro de la población está muy concurrido; vemos a familias pertrechadas con sombrillas y sillas plegables en dirección a la playa, y otras personas van a paso firme, incluso corriendo, hacia la cercana estación de tren. Nosotros nos quedamos frente a un edificio que parece un templo. Efectivamente, se trata de un lugar dedicado a la veneración de las artes y el saber. El contenedor del museo es, en sí, ya una declaración de intenciones: tiene una estética algo ecléctica entre neoclásica e historicista, con capiteles de inspiración egipcia. Sobre el frontispicio de la entrada podemos leer: Surge et ambula, y en el suelo: Ave. El polifacético político y escritor catalán Víctor Balaguer Cirera (1824-1901), masón y liberal, dejó gran parte de su legado en esta Biblioteca Museu que él mismo fundó en Vilanova i la Geltrú en 1884.
En la primera sala, un magnífico espacio de techo altísimo con esculturas en el centro, vemos obras de autores catalanes de finales del siglo XIX, como Ramón Casas, Santiago Rusiñol y Mariano Fortuny, entre otros; también una obra historicista de juventud, de gran formato, de Sorolla. Desde allí podemos acceder a la denominada Sala Prado, evidentemente dedicada a las obras en depósito del Museo del Prado. Aquí hay una pequeña pero significativa selección del llamado Siglo de Oro del arte español: una Sagrada Familia de El Greco, pinturas de Ribera, Maíno y una preciosa vista de Bruselas con personajes históricos de Brueghel; también un par de copias de Goya de retratos reales.
Desde aquí se puede acceder a unas salas más pequeñas con diferentes piezas arqueológicas egipcias y también de otras procedencias, como América y Filipinas, lo que nos recuerda los amplios intereses intelectuales y artísticos de Víctor Balaguer, pero especialmente que llegó a ser ministro de Ultramar. En las cartelas de estas secciones se pueden leer algunas referencias críticas al colonialismo que no sabemos si son lamentos pertinentes o disculpas sin convicción.
En la segunda planta se encuentra el arte del siglo XX: desde un Anglada Camarasa muy festivo, pasando por Isidre Nonell y Joaquim Mir, hasta algunos pintores catalanes de la segunda mitad del siglo, como Pijoan, Ràfols Casamada y otros. Me llama la atención un Saura, como siempre tan tremendista, y que siempre ha tenido la virtud de atraerme y disgustarme al mismo tiempo.
Al fin, justo antes de salir, recorremos la famosa biblioteca, un espacio amplio rodeado de libros encerrados en vitrinas, y que forma parte del gran legado de Balaguer a la localidad de Vilanova i la Geltrú. Salimos de nuevo a la calle, y el sol apremiante nos hace correr hacia un nuevo refugio.